miércoles, 11 de marzo de 2009

Recuerdos

Este desaliño existencial que nos caracteriza trufado de malas noticias me ha sorprendido, inopinadamente, recordando tiempos de vino y rosas... ¿o no tanto?

Hay personas que te marcan de modo indeleble, por poco tiempo que hayan participado en tu vida. Se da también el caso contrario. Personas que activamente han formado parte de tu vida y desaparecen. Su recuerdo es evanescente y no ocupa en tu memoria ni un segundo diario. El olvido no es voluntario ni opcional.

Olvidar a alguien no es un proceso sencillo ni consciente. No es un interruptor digital que se apaga o enciende. Es una cuestión analógica de hábito. Primero se van distanciando más los encuentros, después las llamadas, por último los recuerdos. En ocasiones ni siquiera hay una causa justificada, tan sólo dejadez, orgullo o falta de tiempo. Por el espejo retrovisor de mi memoria se asomó una persona que fue un nodo vital y que ahora es un fósil inerte en mis sentimientos. Me siento mal por no sentir, por no ser yo, casi deshumanizado.

Hacernos trampa en el solitario no conduce a nada, pero no nos gusta aceptar fracasos. Estoy persuadido de que una amistad basada en dos felicitaciones al año y un par de encuentros multitudinarios con las respectivas parejas desconocidas no es lo que yo entiendo por sólida relación de confianza, por muchos ornatos y explicaciones que arguyamos. Al final el kiosquero conoce más tu día a día –que es tu verdadera vida- que tu “mejor amigo” congelado hace quince años. Nada dramático, sólo real. Más “cornás” da el hambre.


2 comentarios:

CriS dijo...

Cuando ha llegado el momento en el que me he sentado a hablar con alguien mas o menos cercano, con mas o menos historia en común, y me he dado cuenta de que no teníamos nada de que hablar, nada que decirnos, es cuando me he dado cuenta de que esa persona, había caído en el olvido. Que pertenece a otra etapa y que ahí debe quedar. No hay que forzar las relaciones, sí mimar las que nos interesan, pero siempre con amplitud y libertad y siendo conscientes de que unos vamos y otros venimos...

besos que vienen!

Anónimo dijo...

y al final, no se te ocurre nada de lo que hablar, mides cada palabra, intentando agradar cuando, a lo mejor, lo que estás pensando es en salir corriendo.