lunes, 17 de diciembre de 2007

Versos sueltos

Triste, desnudo y solo
en la noche sueño,
si yo fuera poeta,
escribiría versos,
cantaría a mi patria
y a mi florido almendro
Acariciaría tus oídos
con mis bellos lamentos
besaría con susurros
tus ojos y tu pelo
y bajo la noche estrellada
te diría que te quiero.
Me negaron este don,
mi secreto anhelo,
y cuando amanece
sólo hay silencio



De sus labios
los latigazos
herían mis oídos

De sus ojos
las llamas
incendiaban mi alma

Amargos reproches
inundaban el aire
su pecho bombeaba dolor
hasta anegar mi cuerpo

parecían mentiras
pero todo era cierto


Quería cantar a la vida
ansiaba alabar al sol
a las estrellas y al cielo
rezar en versos a Dios
Faltaban las palabras
nacían dudas sin solución
buscaba noticias claras
una confirmación
Paseando en el jardín
la niebla se disipó
volaba una mariposa
vi la sonrisa de Dios

************
La niña no sabía
que era amor
su melancolía

Como los álamos
agitan el viento
así tus pestañas mecen
mis sentimientos

Tiñose el albero de sangre
no fue por gloria ni fama
sino de hambre

Tras la invernal espera,
¿cómo saben las rosas
que es primavera?

soneto

Siendo niño me hicieron la advertencia
el tiepmo pasa fugaz, corre y vuela
tritura las almas como una muela
desde que en la breve vida hay conciencia

orgulloso y vil, falto de paciencia
despreciaba los ruegos de abuela,
fracaso aconsejando se consuela,
me burlaba de la sabia prudencia

Hoy no me reconozco en el espejo
porque es costumbre del infame mundo
devolver con castigo al engreído

así de apuesto galán llegué a viejo
y en mi pecho arraigó dolor profundo
al ser de juventud desposeído

soneto

Gira con velocidad asombrosa
el frenético mundo y sólo deseo
bajo los sauces un lento paseo
y aspirar la fragancia de la rosa.

Anhelo la alba,marmórea losa
que asaz fúnebre cubrirá este cuerpo
librando mi cautiva alma de reo
con voraz y hambriento afán presurosa

No me aflige la vengativa muerte
sino este lúgubre y triste pasado
Amada, el mayor dolor fue perderte

Inacabable tiempo te ha esperado
mi alma sedienta de volver a verte
y el viejo corazón enamorado

Cenas navideñas

En estos días se reproducen inmisericordemente las consabidas cenas de navidad. Opulentos y pantagruélicos encuentros gastronómicos en donde hasta los más recalcitrantes al buen yantar aumentan el colesterol y el peso. A todos nos parece una desmesura, pero no nos perdemos ninguna. Y es que una vez puestos, ¿a qué intentar no pasarse? si a por rolex, a por rolex y si toca comer, pues a comer, que a eso hemos venido. O ¿no suena un poco moña pedir unas hojas de lechuga y un arroz cocido?.

Habría que repensar esto de organizar todas las cenas en tan sólo dos semanas, porque a duras penas da tiempo a disfrutarlo. Lo que es principal y a muchos se les olvida es que a esas cenas hay que ir con comensales adecuados, que te permitan disfrutar, y por supuesto hablen de comida y bebida mientras se saborean los platos. Los melindrosos y cuidadosos de su cuerpo, habría que dejarlos haciendo footing alrededor del restaurante.

Hay una variedad interesante, que es la cena de empresa, que no se sabe si es trabajo u ocio, ni chicha ni limoná. En mi caso, parece una boda. Es animado ver a todos con sus mejores galas, y más divertido cuando pierden algunos los papeles con el baile y la bebida. Algunos displicentes, los días previos, muestran mohínos su falta de interés, pero en el fondo, destilan unas ganas locas de que llegue el momento. Pura hipocresía... Los discursos con sus correspondientes codazos, miradas y risitas, cotilleos, forman parte de la liturgia, así como alguna sonrisa de tiburón... A veces hasta redescubres a las personas: resulta que una tiene piernas, otro hasta se puede vestir de persona, (con corbata y todo), otra se ha dado dos manos de pintura y no hay quién la reconozca bajo esos dos centímetros de titanlux, algunos confirman los peores augurios y no tienen solución...

Por otro lado y abundando en esto de las comidas navideñas, me parece tremendamente divertida la polémica del conejo. Y no por el hecho de que se recomiende tomar conejo o coles de Bruselas, (no tengo nada en contra de la cunicultura) sino porque verdaderamente se abra un debate que tan sólo existe en los medios de comunicación. Me parecen noticias estúpidas de las que aún me pregunto quién es el que les da pábulo. Cada uno llegará hasta donde el bolsillo le deje. Y de una mala, a ejercer de italianos y comer lentejas...

jueves, 13 de diciembre de 2007

Sobre el trabajo

Llevo una temporada acuciado, casi podría decir acosado, por el trabajo. Parece que el movimiento rotatorio de la tierra sobre su propio eje depende de que la rentabilidad del proyecto supere el 20%. Pero he llegado a la secreta convicción de que no es así. Todos los indicios apuntan a que no depende de mi esfuerzo, ni a la viabilidad de los proyectos así que mi espíritu está tranquilo sabiendo que no estoy poniendo en riesgo el porvenir de la humanidad. (Bueno al margen del calentamiento y cambio climático, en el que tengo mi cuota de responsabilidad)

No pretendo ser un rancio moralista (aunque parece que no puedo dejar de serlo) con este exordio, pero tampoco abogo por el carpe diem de la oda de Horacio. Ni todas estas historias blanditas, edulcoradas y lacrimógenas de muchas conversaciones y presentaciones de power point. Considero que el trabajo puede llegar a ser un ámbito más del desarrollo humano.

En España era y es considerado una maldición. De hecho los hidalgos (hijos de algo) debido a su linaje, no debían trabajar. Esta filosofía que aún perdura es lo que nos hace ser refractarios al espíritu emprendedor, a la admiración hacia personas luchadoras y empresarios. Colón no buscó una nueva ruta hacia las Indias en respuesta a una directiva elegida mayoritariamente, como dijo Milton Friedman

Al igual que hay gente que sabe jugar al ajedrez mejor, y ésto nos parece razonablemente bien o normal, no somos capaces de admitir que hay personas que saben ganar dinero de una manera más eficaz que otros. Son más hábiles, tienen una capacidad superior, que en vez de admirar (como a los raúles, gasoles o alonsos de turno), denostamos. Esta ralea de individuos, es la que genera riqueza, empleo y estabilidad. Y por supuesto, muchos más ingresos para ellos. Pero ¿por qué si el dinero no da la felicidad nos parece tan oprobioso?

El trabajo es un elemento más del conjunto de la vida. Habrá que intentar disfrutarlo en la medida en que se pueda. Es necesaria una buena actitud. Cuando alguien te responde “De lunes” está claro que su vida se limita al fin de semana y medio viernes. A vivir 2,5 días de cada 7, a no vivir. Me divierta un locutor que siempre dice: “ Por fin las 8 del lunes. Ya pasó el fin de semana. Los chinos llevan 5 horas trabajando.” Genial, ¿no?

miércoles, 5 de diciembre de 2007

Trabajo y cerveza

Últimamente tengo demasiado trabajo, (desde mi punto de vista claro, seguro que encuentro personas dispuestas a jurar que no es así). Esto hace que no consiga todo el tiempo que necesito para hacer lo que deseo. Y es que el tiempo es el bien más escaso que poseemos, se gasta a todos por igual, y no podemos comprarlo. Lo intentamos, es cierto. Aún así el dinero, va y viene, pero el tiempo no se recupera. Parece que esto toma una ruta profunda, pero es al contrario.

El otro día, después del trabajo, nos fuimos a tomar un zumo de cebada en un pequeño bar de barrio. Es uno de los momentos mejores del día. Hablar, tomar una cerveza rápida, con los amigos. Sin hacer nada extraordinario, aunque sí algo especial. Creo que las cervezas en los bares, aunque sean botellines y tercios iguales que los que hay en tu nevera, saben mejor. Y mira que el humo es agobiante, las conversaciones ajenas de un volumen insoportable y el ambiente cargado. Da igual. La sensación de frescura, de confianza y risas es tal, que supera los inconvenientes. (Salvo que todo sea tan sórdido que no supere el nivel. Aún así si vas de modernillo, esto es un aliciente).

Habitualmente se comienza con el típico exordio laboral, preguntando por unos por otros... (leáse criticar) para luego empezar por el plano personal y de las ideas. Se puede llegar a arreglar el mundo en un ratillo. (Y realmente en esos momentos, para nosotros está ajustado, porque funciona todo a las mil maravillas y somos dichosos. Esto lo digo, a pesar de que no soy un relativista). Hay mil teorías sobre el mundo del trabajo y lo personal. No seré yo el que tire la primera piedra ni pontifique sobre cómo se ha de enfocar, pero para mí es un placer llevarme bien con la gente con la que comparto mucho (demasiado) tiempo al día.

domingo, 2 de diciembre de 2007

Exposición

El jueves pasado me invitaron la inauguración de una exposición arquitectónica en una fundación cultural. Como no podía ser de otra manera, la exposición era algo secundario. Lo importante era ver y sobre todo, ser visto. Lleno de malditos modernos, con jerséis a rayas, gafas de pasta, barba de cuatro días, cromatismos chocantes, bolsos de pana y sobre todo “sobradísimo”.

Y es que da gusto, todas las conversaciones elevadas, de mucho nivel cultural, sexual e ingenio…Muchos amigos gays ejerciendo, jaleados por los heteros actuales, porque esto le da vitola de sarao en condiciones.

Y cuando aparecen las cervezas, y los canapés, aquello sí que es divertido. Parecía la travesía del pueblo deicida en el desierto a la vista del maná. No habían bebido desde hacía días… Intentando mantener la compostura de manera serena, les traicionaba el hambre en el brillo de sus ojos. Cual camaleones, con uno asentían concentrados en la conversación, con el otro no perdían ripio de los movimientos erráticos del pobre camarero. Había auténticos especialistas en sus movimientos, sincrónicos, estudiados, como la tripulación del Desafío Español en la Copa América.

Muchas sonrisas, más proyectos y menos realidades. El sello de la maldición de la cultura incomprendida era patente. Y es que los pobres mortales no siempre somos capaces de entender la poética del hormigón, la metáfora de la luz y el discurso silencioso del espacio cuando triplica el presupuesto previsto y además es con nuestro dinero. Es el precio del arte, arguyen. Y tendrán razón. El caso es que ese sacrificio no suele afectar a sus emonumentos, pero sí a los pobres arquitectos de sus estudios, que son fichados como colaboradores sin horarios, como falsos autónomos y sin proyección.