martes, 11 de marzo de 2008

Consejos perdidos

Decían que donde pisaba Othar no volvía a crecer la hierba. Othar no es otro que el caballo de Atila, el huno (el azote del Dios). Conozco un tipo que algunas veces se siente como Othar. Y es que por donde pasa, va dejando dolor y heridas a personas especiales con las que se cruza. Es quizás un poco vehemente, con vitalidad y últimamente sin norte. En su descargo puedo decir que es sincero. Para su condena que no me gustaría implicarme demasiado con él, tendría miedo a su miedos. Cuando me pidió consejo sobre sus últimas hazañas, me quedé de piedra. Aún estoy esperando que me lo explique; no lo entiendo. Con lo racional que parece y actuando irreflexivamente, contra su propio sentir. Lo lamento por él, pero es “el dueño de su destino, el capitán de su alma “. Estoy convencido con William Cowper que, “el dolor es en sí mismo una medicina”. Con un poquito de suerte, se nos cura. Así que como ya no me quedaban palabras, le ofrecí versos, versos que no eran míos, pero sí convenientes.

Muere lentamente quien se transforma en esclavo del hábito,
repitiendo todos los días los mismos trayectos,
quien no cambia de marca, no arriesga vestir un color nuevo y no le habla a quien no conoce.
Muere lentamente quien hace de la televisión su gurú.
Muere lentamente quien evita una pasión,
quien prefiere el negro sobre blanco y los puntos sobre las "íes" a un remolino de emociones,
justamente las que rescatan el brillo de los ojos, sonrisas de los bostezos, corazones a los tropiezos y sentimientos
.
Muere lentamente quien no voltea la mesa cuando está infeliz en el trabajo,
quien no arriesga lo cierto por lo incierto para ir detrás de un sueño,
quien no se permite por lo menos una vez en la vida, huir de los consejos sensatos.
Muere lentamente quien no viaja, quien no lee, quien no oye música, quien no encuentra gracia en sí mismo.
Muere lentamente quien destruye su amor propio, quien no se deja ayudar.
Muere lentamente, quien pasa los días quejándose de su mala suerte o de la lluvia incesante.
Muere lentamente, quien abandona un proyecto antes de iniciarlo, no preguntando de un asunto que desconoce o no respondiendo cuando le indagan sobre algo que sabe.
Evitemos la muerte en suaves cuotas, recordando siempre que estar vivo exige un esfuerzo mucho mayor que el simple hecho de respirar. Pablo Neruda
Como dice Secret, Neruda dice que no hay que ser llorica..

7 comentarios:

Anele dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

¿Secret, dijo eso?

M. M. dijo...

Comenzar por la angustia, comenzar por la desesperanza: ir de la una a la
otra. Descender. Y al final de todo, el silencio. La tranquilidad del silencio. La
noche al caer apacigua los espantos del crepúsculo. Más fantasmas: el vacío.
Más angustia: el silencio. Más turbación: el descanso. Nada que temer; nada
que esperar. Desesperanza.

M. M. dijo...

no es mío.

André Comte-Sponville

Thedarksunrise dijo...

Creo que somos muchos los que morimos lentamente. Lo que pasa es que algunos no nos lamentamos. Besisssss

Vedast dijo...

Impresionante.

Anita dijo...

y aún así, seguiremos tropezando en la misma piedra...