miércoles, 5 de marzo de 2008

El circo en casa

Hay días en los que se te amontonan el trabajo, la tensión las discusiones y no sabes muy bien porqué. Cuando ves en el horizonte mental todos los apaches con los que te tienes que enfrentar, dan ganas decir: ¿es el enemigo? Venga, me rindo. Evitemos esta debacle. Como no se puede, y aún no estamos como para abandonar el juego, pues a ver cómo hacemos frente a esta fiesta. Por un lado parece razonable hacer lo que nos decía mi profesor de matemáticas con las integrales: por partes.

Yo es lo que intento, pero a veces es que te toca ir a rebufo, no puedes decidir qué acometer sino defenderte como gato panza arriba y a ver qué pasa. Los malditos apaches se empeñan en atacarte simultáneamente, en vez de colocarse ordenadamente a que les sacudas. Hoy por ejemplo tengo una clara hipertrofia de seres humanos bajitos en mi espectáculo circense de tres pistas... En el Y mira que yo intento satisfacer a todo el mundo, -soy un superficial- pero no soy capaz. Y lo peor es cuando intentas decidir conforme a tu conciencia y por mucho que escarbes no encuentras solución: bien porque no tienes conciencia o bien porque no la hay... Además me asusta que cada vez mis decisiones son más aleatorias y de más relevancia. (Sobre este particular, hay varios científicos que hablan de que las decisiones son impredecibles, Dan Ariely y Marc Hauser) Y sobre todo, afecta a gente que me importa. Secret dice que siempre estoy llorando. Puede que sea cierto, pero no siempre son lágrimas de cocodrilo, sino desgarros de mi propio ser.

Aún así soy consciente de que es una suerte tener las dificultades que tengo. Son los problemas que quiero, no son de salud y son solubles. Así que he de dar gracias por ellos, aunque algunos días me den ganas de tirar el móvil y hacerme pastor.

1 comentario:

Anele dijo...
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