jueves, 23 de abril de 2009

Tengo una debilidad

Ayer quedé a tomar un vino con una persona singular. Una de esas personas especiales que aparecen en tu vida para quedarse aunque desaparezca. Aprendes y/o te enseña. Se instala debajo de tu piel como la canción de Sinatra (http://www.youtube.com/watch?v=RHLC-EimdAc)

Cuando quedamos –no muy a menudo-, reconozco que disfruto de su compañía hasta olvidar las tensiones cotidianas y consigo sonreír la mayor parte del tiempo. Es como un tratamiento de paz. Nunca soy capaz de adivinar qué piensa o qué siente y eso que investigo potenciando mi intuición. Es tratar de saber qué hay en el fondo del océano desde la superficie. Por muy calmado que esté, sólo percibes la parte superficial y un misterio insondable. Reconozco que ese reto de conocer parte del fondo es parte de su encanto.

Aunque me intento controlar, cuando comienzo a hablar le cuento cosas sin orden ni concierto. Siento que me radiografía. Y me imagino en plan full monty -emocionalmente hablando- muerto de vergüenza por la asimetría de la situación... Una debilidad. Al volver a casa, me llevo un sensación de haber hablado demasiado y desnudo, así que últimamente intento escuchar más. Intento estar ahí, por si le puedo ayudar en algo pero es una persona demasiado orgullosa o independiente (¿defecto o virtud?)

De vez en cuando me sorprende concentrado en sus ojos y me pregunta en qué pienso. ¿Le cuento todo?¿ O mejor nada? Lo peor es que no sabría por dónde empezar... En muchos puntos suspensivos le responderé la próxima vez. Ambigüedad y fantasías.

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