martes, 16 de septiembre de 2008

leyendas

Julio César, en el año 69 a.C. partió a prestar sus servicios como magistrado de rango inferior al sur de España. Allí llevó a cabo la típica gira judicial juzgando los casos que se presentaban. Se cuenta que en Cádiz vio una estatua de Alejandro Magno en el principal templo de la ciudad y que se puso a llorar porque él todavía no había hecho nada memorable, mientras que Alejandro Magno a su eedad ya había conquistado el mundo.

El emperador Adriano, en uno de sus viajes fue abordado por una anciana que le reclamaba justicia. Adriano se limitó a contestarle:"No me molestes". "Pues entonces no seas emperador" replicó la mujer. Adriano comprendio que escuchar a su pueblo era uno más de sus deberes y se detuvo para atender a las peticiones de la ciudadana.

Quasimodo, refugiado en la oscuridad de su torre, al otro lado del teléfono suspiró con sabor a hiel. Recibía las nuevas de Esmeralda con alegría y amargor. Ella, ciega ante su deformidad, nunca sabría el temor que corroía su pecho. Se apartó porque sabía que no podría hacerla feliz. Entre las gárgolas y las sombras brindó sinceramente por la felicidad de la joven. Los sueños recuerdos y esperanzas vanas deformaban lentamente su interior. No debía volver a verla

1 comentario:

Anele dijo...

La sinceridad: Yo quiero una leyenda

El sentimiento: Tu tristeza contagia.

La razón: ¿?


Paranoia:
Creo sinceramente que nunca podrás deshacerte de tu departamento postventa particular. No estés triste. Te quieren mucho más de lo que tú puedas llegar a quererlas y fijate si las quieres...

Qué la fuerza te acompañe.
un beso ECG. Un gran beso.