domingo, 23 de noviembre de 2008

Cartas amarillas 2

Esta entrada es en sí una estupidez y un corolario de la anterior.
Un dónut, es dónut, justo porque carece de bollo en el centro del mismo. Es decir lo característico de un dónut es el agujero, un espacio vacío donde no hay bollo. Gracias a lo que ya no tiene, lo reconocemos como tal.
De la misma manera, nosotros somos lo que somos, por lo que fuimos y ya no seremos. Es decir, gracias a un pasado que ya no existe, somos una realidad reconocible hoy en día.
Como dijo Wystan H. Auden, " somos criaturas forjadoras de historias que no podemos repetir ni dejar atrás"

1 comentario:

Anónimo dijo...

El hacer unas cosas, vivir determinadas experiencias también nos limita impidiéndonos concer otras, convertir éstas en recuerdos.
Supongo que al final, como bien dices, estamos hechos de pedacitos de historias pasadas que vuelven a ráfagas, a veces en sueños y otras, en forma de pesadilla...