miércoles, 5 de noviembre de 2008

Fiesta de difuntos

El viernes pasado, a través de la amiga de un amigo de un amigo mío fui a una fiesta de la noche de difuntos bautizada como Halloween. Una costumbre de cierto arraigo moderno, paradójicamente –o no- entre los antinorteamericanos.

En realidad lo que me habían comentado de la vivienda, la proximidad a donde vivo y la curiosidad, me impulsaron a ir. El no conocer más que a dos personas –y no mucho- tampoco fue un gran impedimento. Sólo podía mejorar.

El edificio era absolutamente convencional en una primera aproximación. Sin embargo, la vivienda era realmente como un parque temático. No sólo porque la habían ambientado de locura –admiro a la gente que es capaz de dedicar tanto esfuerzo a algo tan efímero- sino porque la casa en sí misma era genial. Muy kitch. En el acceso había una sala de 4x4 metros con una enorme fuente demás de 1,5m de altura en el centro y un banco de piedra. Paredes de azulejos hasta 1,5m del suelo, a modo de un patio andaluz y también piezas cerámicas singulares en el pavimento. Junto a ella se encontraba otro salón con artesonado en el techo. Además tenía un baño en el que había una escalera helicoidal de hierro que subía hasta una azotea aislada formidable. Aunque hacía una noche desagradable, estuvimos allí un buen rato. En verano tiene que ser un privilegio poder estar allí.

Me presentaron a una de los cuatro inquilinos de la casa y anfitriona de la fiesta. Singular. Aunque claro ,dado el día y los disfraces, no es el mejor momento para forjar opiniones sobre personas que acabas de conocer.

La fiesta era multicolor. Habían comprado hasta humo artificial. El paisanaje era muy variopinto. Alto índice de gays y disfraces vampíricos con sed de algo más que sangre. Me dediqué a la cerveza para evitar cualquier tipo de riesgos de intoxicación etílica.

Terminó la fiesta sobre las tres, al parecer los vecinos experimentados en estas lides, es cuando comienzan a llamar a la policía según experiencias anteriores. Después fuimos a tomar una última copa en una peregrinación por diversos bares de copas infructuosa.

Al día siguiente me tenía que levantar pronto, pero la buena noticia es que fue sin dolor de cabeza.

2 comentarios:

Anele dijo...

A mi también me invitaron a una fiesta de difuntos, decidí no ir.
Pensé en ir disfrazada de modo que no me conociera ni dios, despues pensé en algo simple y cómodo, después pensé en algo sexy y diabólico.

Demasiado "pensar". Demasiado complicado.

CriS dijo...

Anda, pues no estuvo nada mal la fiesta... Yo tenía una invitación pero no fuí. Era en un pisito céntrico de Madrid, como de 60mts para 60 invitados disfrazados... me agobié de pensar en que me iba a faltar aire para respirar. Así que me disfracé de pitufo dormilon y a una hora muy decente estaba durmiendo como una bendita, esa fue mi fiesta!!!

besos