domingo, 23 de noviembre de 2008

Cartas amarillas

Aparecieron en una caja polvorienta y sucia, al fondo de todo. Multitud de cartas de una juventud y adolescencia, casi olvidadas, hoy ya desfasadas por el fondo y por la forma.
Me sentí como Juan Luis Arsuaga en su Atapuerca particular. Aquel yacimiento de papel y letras era un fósil, el esqueleto de una inocencia, una ingenuidad y una nobleza que se han desvanecido con el tiempo. Sólo quedan rastros de tinta atrapados en papeles amarillentos como cauces por donde discurrieron vidas que no volverán. Sin embargo, explican al igual que los estratos lo que hoy soy.
Ante la falta de espacio condené la caja y todo su contenido, sin leer una sola frase, al mundo azoriniano de renovarse y reciclarse. Sin embargo, en un último suspiro, como en las ejecuciones de las películas, las indulté de la basura no sé muy bien porqué.

3 comentarios:

Sarah dijo...

Hola, ¿sabes quien soy? bueno no se si me recocerás pero si no tendré que escribirte un mail como cuando me despedí...

Sabes, hace muchos años yo sí las tiré todas a la basura o no se donde.. cajas llenas de viejas e intensas cartas... sólo guardé dos, de alguien especial. Ese alguien, 15 años después, ha vuelto y ha sido tremendo releer aquellas cartas.

No me arrepiento de haber tirado el resto, pero quien sabe... lo mismo me arrepiento algun dia..

besos

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Anele dijo...

Yo colecciono blogs, las entradas las guardo. Mejor dicho, pensé que las estaba guardando.
Quizás dentro de unos años o meses, quién sabe me pase lo mismo que a ti con las cartas